A la fecha se continúa asociando a Bitcoin como una representación digital de valor anónima, sin embargo, no lo es. De hecho, es más privada una transacción financiera tradicional, esto debido a que la red o blockchain que permite la existencia de BTC es por defecto de acceso público, transparente, inmutable y verificable por cualquier persona.
Es probable que actualmente muchos continúen percibiendo una transacción de BTC como anónima, esto por razones como la falta de aplicación de medidas de cumplimiento financiero, lo que crea la sensación de pasar desapercibido; sin embargo, la razón es obvia: uno cree que pasa desapercibido simplemente porque en la mayoría de los países no hay autoridades vigilando el origen y el destino de las transacciones.
Los expertos en tecnologías blockchain y activos virtuales están plenamente conscientes de esta situación. Por lo tanto, para garantizar un mayor grado de privacidad e imposibilidad de rastreo, utilizan distintas técnicas que les permiten pasar desapercibidos ante los analistas de cadenas. La privacidad y el anonimato de las transacciones de activos virtuales es un debate que no desarrollaremos en este post. Basta con comentar las principales posturas: muchos consideran que garantizar la privacidad de la propiedad privada digital es un derecho fundamental. Por el contrario, otros consideran que es bastante ingenuo pretender que esa privacidad no será utilizada para actividades ilícitas. Por lo tanto, creen que los activos virtuales deben ser desanonimizados.
Coinjoin
Una de las prácticas más comunes para lograr mayor privacidad con Bitcoin es la técnica llamada CoinJoin. Concretamente, CoinJoin es una transacción de Bitcoin en la que varios usuarios combinan múltiples entradas y salidas de transacciones no gastadas (UTXO). Esta combinación hace que sea más complejo rastrear o identificar el origen y el destino de los fondos en BTC. Técnicamente, una transacción CoinJoin es un proceso complejo que implica altos conocimientos en la materia. Inicialmente, los particulares realizaban estas prácticas de forma manual, reuniéndose en foros de internet o redes sociales para coordinar las mezclas. Actualmente, existen distintas billeteras y servicios que facilitan y automatizan la combinación de transacciones. Es decir, basta con la utilización de una billetera compatible con CoinJoin para tener acceso a un mayor grado de privacidad.
Las billeteras más conocidas compatibles con CoinJoin son Samourai y Wasabi Wallet (aunque existen otras). La primera opera como una aplicación móvil y la segunda es una billetera de escritorio. Cada una tiene características técnicas específicas que aumentan la privacidad de los usuarios.
Samourai Wallet
En el año 2015, se lanzó la billetera Samourai con un objetivo claro: evitar el rastreo y la vigilancia de las transacciones de Bitcoin. Para ello, utilizaba el protocolo CoinJoin, entre otras técnicas complejas, para mezclar estos activos y confundir el origen y el destino, así como evitar la identificación y ubicación geográfica de los usuarios.
Tanto Samourai Wallet como cualquier otro proyecto blockchain con alta inclinación hacia la defensa de la privacidad, siempre son promocionados como proyectos altruistas en beneficio del ecosistema, para proteger a los usuarios de atacantes. Esto se agradece especialmente en una época digital de alta vigilancia y censura, donde todo apunta a que esa vigilancia y censura financiera intentará ser cada vez más agresiva.
En este sentido, es imposible ignorar cómo los malos actores utilizan estas y otras herramientas para ofuscar el origen ilícito de sus fondos. Samourai Wallet operó durante varios años, siendo quizá una de las herramientas más simples de usar, certera y confiable para mezclar y confundir el origen y destino de Bitcoin.
En abril de 2024, los fundadores de Samourai Wallet fueron detenidos por el gobierno de los Estados Unidos, quien los acusa de haber permitido transacciones ilegales de Bitcoin valuadas en más de doscientos millones de dólares y de haber facilitado el lavado de activos por cien millones de dólares. Las medidas inmediatas fueron la incautación del sitio web https://www.samouraiwallet.com/ por parte del gobierno y la eliminación de la aplicación en tiendas como Google Play Store.
Como consecuencia, la comunidad global de Bitcoin se pronunció alegando censura y ataques no solo hacia la privacidad y libertad, sino hacia todo el ecosistema de activos virtuales por parte del gobierno de Estados Unidos. A raíz de esto, comenzaron a surgir cuestionamientos: ¿Por qué solo el monedero Samourai fue censurado y atacado? ¿Por qué otras billeteras como Wasabi siguen funcionando? La razón principal es que otros monederos como Wasabi llevan un tiempo utilizando análisis de cadena para rastrear y censurar aquellas transacciones que ellos consideran vinculadas con actividades ilícitas, así también se han acoplado a ciertas regulaciones, algo que Samourai nunca hizo. Es decir, muchas billeteras de privacidad aplican medidas de cumplimiento para prevenir e identificar el lavado de activos. Esta situación, seguramente, no era de conocimiento masivo por parte de los usuarios de billeteras de privacidad hasta el surgimiento del caso Samourai, cuando muchos se dieron cuenta.
Esto nos lleva a plantear nuevas preguntas que seguramente generarán debate en la comunidad Bitcoin. Por ejemplo, ¿dónde queda la privacidad cuando las billeteras aplican análisis de cadena y comparten esa información con terceros? ¿Existirá un punto medio entre resguardar la privacidad por motivos de seguridad informática y mantener el cumplimiento de medidas normativas para evitar la comisión de actividades ilícitas? ¿O se debe garantizar la privacidad a toda costa, sin importar las transacciones delictivas?
Otro tema relevante para discutir que nos deja el caso Samourai Wallet es la detención de los desarrolladores principales. Muchos alegan que las bases de esta billetera parten del código abierto; por lo tanto, el código era mantenido por una comunidad de usuarios. Es por ello que algunos sugieren que los desarrolladores se encuentran injustamente acusados y no son responsables, ya que ellos solo desarrollaron el código y colaboraban en el mantenimiento del sistema, pero no tenían un control directo sobre las transacciones. Los verdaderos responsables son los individuos que utilizaron el protocolo para realizar actividades delictivas. Estos debates ya los hemos observado en casos pasados similares, como el caso Tornado Cash o proyectos de finanzas descentralizadas (DeFi).
Al ser este asunto de competencia estadounidense, será este país el que presente los argumentos para determinar la culpabilidad y responsabilidad de los acusados. En este sentido, y como referencia al resto de países miembros del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), sabemos que, dentro de las recomendaciones para el sector de activos virtuales, se deja claro que las billeteras son consideradas Prestadores de Servicios de Activos Virtuales. Para estas, existe una amplia sugerencia de medidas para evitar actividades delictivas. Lo que llama la atención y se puede relacionar con el caso Samourai Wallet es que el GAFI sugiere que, cuando una billetera sea de código abierto y descentralizada, los principales responsables serán aquellos que tengan un control o influencia directa en el mantenimiento del sistema.
En conclusión, ¿se terminó la era dorada de las herramientas de privacidad? Es poco probable. Solo en Bitcoin existen otras técnicas que seguramente irán ganando mayor popularidad, o bien, surgirán nuevas herramientas que combinen lo aprendido en estos casos. Además, desde el área técnica, existen muchas actualizaciones en camino, tanto de primeras como de segundas capas, no solo para la blockchain de Bitcoin, sino también para todas las demás blockchains programables cuyo objetivo es la privacidad y el anonimato. No olvidemos que los fiscalizadores, de momento, ponen principal atención en Bitcoin y Ethereum por ser las plataformas de transmisión de valor digital más populares. No obstante, es probable que existan variantes de ofuscación en otras blockchains que todavía no son tan notables.
